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Objetores
criminales |
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  En unos pocos años, los objetores de conciencia
se convertirán en seres asociales, en peligrosos
criminales. |
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Actualizado 9 octubre 2010 |
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La Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa aprobaba el otro día
una resolución por la que solicita a los Estados miembros que
respeten el derecho a la objeción de conciencia de los médicos que
se nieguen a perpetrar abortos. Tal resolución se adoptó después de
una votación apretadísima; y como resultado de la tramitación de
sucesivas enmiendas a un texto originario que proponía exactamente
lo contrario: es decir, exhortar a los Estados miembros a impedir el
ejercicio de tal derecho, convirtiendo a los objetores en
criminales. Ingenuamente, podríamos creer que se trata de una
victoria de la objeción de conciencia; cuando, en realidad, se trata
de una paso más en la paulatina conculcación de este derecho, que se
ha convertido en una suerte de «concesión graciosa» que los Estados
permiten, cuando y como les apetece o conviene. Pues desde el
momento en que aceptamos que los derechos humanos, «indivisibles,
inviolables e inherentes» a la persona, pueden ser remodelados,
redefinidos, desnaturalizados o simplemente negados mediante
votaciones o mayorías parlamentarias, hemos aceptado su
conculcación.
Quienes promueven esta desnaturalización actúan
de forma muy astuta, en su propósito de crear artificialmente una
«opinión pública» favorable a sus manejos. Para lograr sus
propósitos, desarrollan un activismo incansable en los organismos
internacionales, donde se redactan textos en los que se redefinen
constantemente los derechos humanos. Tales textos carecen de valor
jurídico, pero tienen una gran importancia política, pues —por estar
bendecidos desde instancias de tanto «predicamento»— crean un
espejismo de «consenso internacional» y aparecen revestidos de una
legitimidad de la que en realidad carecen. El Consejo de
Europa es uno de los centros favoritos de los promotores
del Nuevo Orden Mundial, desde el que se evacuan
documentos sin valor jurídico que luego son asumidos por el
activismo proabortista e introducidos en el lenguaje político, hasta
que acaban siendo adoptados por los Estados, que a la vez que fingen
obedecer una instrucción internacional pueden presumir de respetar
los procedimientos democráticos (votaciones, mayorías
parlamentarias, etcétera). Así se impone una nueva y más sibilina
forma de totalitarismo que, a diferencia de los totalitarismos
antañones, ya no actúa desde una esfera política exterior, sino
modelando a su gusto y conveniencia la esfera interior o conciencia
del individuo, mediante la manipulación de la «opinión pública» (que
es como eufemísticamente se llama al rebaño sometido y
adoctrinado).
En esta votación los promotores del Nuevo Orden
Mundial no consiguieron aprobar un texto que satisficiera sus
propósitos, por un levísimo error de cálculo. No importa: volverán a
intentarlo en unos pocos años, y lograrán aprobar la ansiada
resolución que exhorte a los Estados miembros a impedir el ejercicio
de la objeción de conciencia. Cuando los Estados miembros la
incorporen decididamente y sin ambages a sus legislaciones (en
España ya la están incorporando sibilinamente,
convirtiendo a los objetores en apestados), la «opinión pública»
habrá dejado de resistirse. En unos pocos años, los objetores de
conciencia se convertirán en seres asociales, en peligrosos
criminales que pretenden impedir el libre ejercicio del sacrosanto
"derecho al aborto". Así actúa el Nuevo Orden Mundial: con la
irreprochable lógica del Mal.
http://www.juanmanueldeprada.com/ |
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Fran 10/10/2010 |
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Uno
más. Estamos contigo. |
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DeC 09/10/2010 |
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Excelente comentario,
María de Betania. Gracias.. La objeción de
conciencia es la única defensa que tiene una democracia frente
a leyes criminales cuya única justicia consiste en haber sido
votadas por una mayoría. El Estado de Derecho no sólo no tiene
derecho a prohibirla sino que debería fomentarla y regularla
de forma que pueda ejercerse con todas las garantías. Y ello
en beneficio de la propia democracia, para protegerla de la
deriva en un totalitarismo que implique a todos los ciudadanos
en actos criminales. Las barbaridades del nazismo y el
comunismo deberían servirnos de escarmiento. Pero no. La
maldad y la estupidez no desaparecen, sólo se
transforman.
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DeC 09/10/2010 |
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Exacto. Es
justo lo que hay. Y llegará el día en que se denunciará,
perseguirá y condenará a quienes defiendan la plena dignidad
humana de los seres humanos que viven en el vientre de su
madre. Y se pondrá en la picota a los que propalen la herejía
antiAído de que interrumpir el embarazo es quitarle la vida a
un ser humano. De momento ya está prohibido mostrarles a
las mujeres que quieren abortar toda la realidad de ese acto.
Por decreto, la víctima no existe. Por tanto, no es posible
señalarla, nombrarla, o defenderla. La víctima del aborto es
un tabú de la incultura abortista.
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María de
Betania 09/10/2010 |
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Es
increible. Los nazis que fueron juzgados en
Nuremberg tenían razón cuando dijeron que sólo cumplían
órdenes y que ellos no estaban para discutir las leyes del
Tercer Reich. Yo, sinceramente, creo que no tenían razón, pero
el Parlamento Europeo ha estado a punto de dársela. Tan
peligroso es fomentar las rebeliones contra el gobierno como
impedir la objeción de conciencia. Podemos llegar al
funcionamiento de un estado totalitario a través de la
democracia. Y parece que la cosa va por ahí. Los objetores de
conciencia son absolutamente necesarios en democracia porque
obligar a un médico o sanitario a matar a un ser humano es
peor que Mengele que, al fin y al cabo, era voluntario. Cuando
se pretende romper el disco duro de alguien donde están sus
preceptos más sagrados sólo se pueden conseguir dos cosas: o
la rebelión o la aniquilización del sujeto como tal.
Horrible. |
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